Ir al contenido principal

Damages se condena al olvido

 

El final de una serie es un momento crítico. Todo lo anterior queda en suspenso, todo será juzgado de nuevo en relación con los últimos minutos, por muchas temporadas que arrastre a las espaldas, por muchos grandes momentos que nos haya dado.

Los ejemplos son muchos y variados. El más obvio, el de Lost, que consiguió hundir la serie hasta el punto de que pocos son los que la recomiendan a día de hoy. El caso inverso, Six Feet Under, que elevó la creación de Alan Ball hasta cotas de genialidad jamás alcanzadas en el panorama televisivo.

Esta semana pudimos disfrutar del esperado final de Damages, una serie a estas alturas bastante minoritaria (con bastante razón muchos la han abandonado), pero con suficiente interés, sobre todo por sus protagonistas, como para mantenernos a unos pocos enganchados y expectantes hastas el último minuto. Y quizá ese es el problema. Que siempre esperé más de lo que Damages dio. Siempre pensé que detrás de los engaños, de las triquiñuelas de guión había algo más. Siempre pensé que la primera temporada no fue un espejismo, que la genialidad que vi allí volvería en algún momento.

Al final, por desgracia, la serie no ha estado a la altura de lo que ella misma prometía, y dentro del vastísimo panorama seriéfilo, la mediocridad no se perdona. Veamos qué nos prometía, pues, y qué nos dio esta quinta y última tanda de Damages.

 

Con esta fascinante imagen empezó la temporada. Casi imposible elevar más allá las expectativas, aun más sabiendo que la trama enfrentaría, al fin, a Patty Hewes con su discípula Ellen. Un caso con evidentes parecidos al de Wikileaks era la excusa para la batalla final. Y esta imagen, que parecía anticipar su desenlace, nos puso a todos en alerta. Esto podía ser muy grande.

Pero Damages jamás ha sido honesta, siempre ha elevado las expectativas a un punto difícil o imposible de alcanzar. No iba a ser menos, y como mínimo, se puede decir que, en pretensiones y decepción final, la quinta temporada ha estado al nivel del global de la serie (menos la primera).

 

Para empezar, el caso. Mencionar Wikileaks, y más sabiendo la estructura que suele seguir Damages temporada tras temporada, era un magnífico punto de partida. Sin embargo, un mal desarrollo, un final nefasto (la renuncia de Patty me estropea media serie) y un casting terrible (qué lejos queda un villano como Frobisher...), convierten esa historia en una batiburrillo absurdo en el que ya no sabes o no te importa quién filtró qué, quién ocultaba qué o qué motivos impulsaron a unos y otros a actuar así. 

La burda resolución del caso, dejando tantísimos cabos sueltos, demuestra que ni a los guionistas les importaba, que en algún momento, perdieron todo interés por la suerte de Channing McClaren (ojo, lo comparto).

Entonces, cabría pensar que centraron sus fuerzas en El Enfrentamiento. Claro, Patty y Ellen llevan ya muchos años sumidas en su propia guerra particular. Pues ni eso...


Han sido muchos los duelos dialécticos e interpretativos entre Glenn Close y Rose Byrne, durante toda la serie, pero especialmente en esta última temporada. Eran necesarios, y de hecho son quizá el mayor aliciente de Damages, pero quizá es por el desgaste o quizá es algo puramente personal, pero la mayoría me parecían forzados. Como ejemplo, la escena en la que Patty le dice a Ellen que ha tenido una premonición, que será la última vez que pise su oficina. Incluso la conversación en el aeropuerto. No parecía natural, simplemente.

A eso contribuye, sobre todo, la progresiva degradación de sus protagonistas

Ellen ya hace mucho que se convertió en un personaje predecible, con unos conflictos internos aburridos y repetitivos hasta la náusea. Temporada tras temporada, su gran dilema, ser feliz o ser exitosa, ha sido su particular leitmotiv, y personalmente, necesitaba más. Se ha convertido en un personaje cansino, con ese perpetuo gesto de desprecio que una desafortunada Rose Byrne ha hecho suyo. Y desde luego, su absurda trama familiar (en un burdo intento de convertirla en un reflejo de la de Patty), el descubrimiento final de su embarazo, su supuesta muerte, su decisión final. Coherentes con la peor parte de la serie, la predecible, la que siempre había detrás de los avances engañosos que hacían volar nuestra imaginación.

Por otra parte, Patty Hewes. Gleen Close tenía en su mano un personaje de los que hacen historia, y se quedó a medias. No fue su culpa, pues hasta el último plano lo bordó. Los guionistas la desaprovecharon, con ridículas tramas como la de la custodia de su nieta o la de su padre y una parcela familiar (sin comentarios... ¿era lo mejor que se les ha ocurrido en la última temporada?). Y como en la mayoría de tramas, su decisión respecto al caso ha sido un fiasco tan mayúsculo que estropea media serie. No me lo podía creer mientras lo veía, sinceramente.


Para rematar, un solo apunte, quizá lo que más que duele de la temporada y la razón por la que considero que Damages se ha traicionado a sí misma. 

Uno de los mejores momentos de la primera temporada, para mí, fue aquel en que Ellen pronuncia la frase que da nombre al último capítulo, "Because I know Patty". Muchas gracias a los guionistas por estropear ese grandioso momento con este giro de guión tramposo e imbécil, echándole la culpa al viejo Pete, quitándole toda la gracia al conflicto que nos ha mantenido en vilo cinco temporadas. Chapeau...

En fin, Damages se va engañándonos como siempre. Me sabe mal decir que no la echaré de menos. 



Comentarios

  1. En fin, no puedo estar más en desacuerdo con todo lo expuesto. Una exposición lamentable y carente de argumentación sólida. Me ha parecido ver otra seria a la que cuentas.

    ResponderEliminar
  2. Me alegro de que la disfrutaras, pero como ya digo en la crítica, para mí desaprovechan un buen punto de partida y además estropean un momento clave de la primera temporada (eso no lo puedo perdonar). Sólo por eso acabé con un mal regusto. Siempre quedará Patty Hewes, pero no es suficiente.

    Un saludo! Y piensa que una de las mejores cosas de ver series, o del arte en general, es que cada uno puede verlo de forma distinta ;)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Tan poca vida

Novela imperfecta como un caudal descontrolado que arrastra a su paso ramas, escombros y a todo aquel que se cruce en su camino, con exceso de páginas, de sufrimiento, de personajes y de todo aquello que una gran y ambiciosa obra debe tener. Hanya Yanagihara (Los Ángeles, 1975) empezó a escribir una historia sobre cuatro amigos en Nueva York , sobre cómo evoluciona su relación a lo largo de los años, y finalmente consiguió todo lo que quería y mucho más. Cómo me gustan las historias que avanzan por caminos que inicialmente parecían claros, y que se tuercen, crecen y acaban siendo algo completamente distinto.  Jude, Willem, JB y Malcolm. Difícil olvidarlos si has recorrido las casi 1.000 páginas de este portentoso, extremadamente cruel y extremadamente bello libro. Antes de entrar al detalle sólo recuperaré las palabras con las que se suele promocionar Tan poca vida .  "La novela que hay que leer. Para descubrir... Qué dicen y qué callan los hombres" Eso

The Good Wife, la buena serie

Hablar de series hoy en día es tan sencillo como superfluo y ventajista, en la mayoría de los casos. Alabar Breaking Bad, Mad Men, Boardwalk Empire o Treme, maravillarnos por las perlas inglesas (ojo al inminente estreno de la segunda de Black Mirror), es el equivalente contemporáneo a los que en el siglo XVIII te decían, tienes que escuchar a ese tipo, sí, ya verás, ese tal Mozart... Para las Grandes series, la cosa es tan sencilla como decir esto. Deja de leer, descarga los primeros cinco capítulos y míralos. Si no te ha enganchado, cosa bastante probable, dale algunos más. Luego vuelves, me das las gracias y me creo que este blog sirve para algo. Pero volviendo al ejemplo de Mozart, no todos los compositores son él. Otros se esfuerzan tanto o más en crear melodías deliciosas que pocas veces llegarán a nuestros oídos, o si llegan, será de pasada y ni por un casual se nos quedará su nombre. Diremos, "esto suena bien", pero pasaremos a otra cosa. La eterna maldic

Nathaniel Samuel Fisher Jr.

El hijo pródigo volviendo a casa. Así empieza Six Feet Under. Así conocemos a Nate, en el aeropuerto, volviendo a Los Ángeles para Nochebuena. Él ya ha recorrido el camino que su hermana Claire todavía ni se atreve a iniciar . Él ya se rebeló en su día. Escogió marcharse de casa y buscarse a sí mismo en otra parte, renegando del negocio familiar. Sin embargo, dos sucesos marcarán su vida desde el momento en que ponga los pies en su ciudad natal. Dos sucesos que lo cambiarán todo. Una muerte primero (su padre), y un nacimiento algo después (Maya) . Nate se ve arrastrado por una marea que le lleva por un camino que jamás habría elegido, pero que poco a poco va aceptando. Vamos viendo su evolución (el cambio de peinado a lo largo de las temporadas, perfecta metáfora) con cierta tristeza. Su inevitable madurez, la pérdida de una frescura que nos atrapó, que nos fascinaba. Veíamos su relación con Brenda, su resistencia a convertirse en su padre... hasta que ya no pudo más y se rindió.